Como hace mucho que no hablo de esos complejos juegos de mesa a los que suelo jugar los domingos por la tarde si la autoridad y el tiempo lo permiten, aquí estoy de nuevo con la última adquisición del grupo con el que me reúno para tan magnas partidas, pachangas o como lo queráis llamar dependiendo de vuestra querencia o no a las normas del diccionario.
Viene a ser, en cierto modo, la
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