La primera vez que oí hablar de Canción de Fuego y Hielo sería por… no sé, el 2002 o por ahí, una tarde de domingo en la que estaba con unos colegas echando una partida a algún juego de estrategia. Comentaron el argumento inicial, y la verdad es que no estaba mal, tenía una ambientación curiosa y llamativa en la que se recalcaba el hecho de que las estaciones iban y venían un poco como les
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